En noviembre de 1829, Juan se encontraría con un sacerdote, Melchor Calosso, quien admiraría en el joven su inteligencia y devoción y le prometería ayudarlo con sus estudios. Gracias a la ayuda de su madre y del padre Calosso, Juan logra cumplir su sueño y tiene de “maestro” al padre. Al año siguiente, Melchor muere y con él muere la ayuda económica que recibía.
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